La tormenta financiera
GEORGE SOROS
Budapest, 1930. Es presidente del Soros Fund Management y fundador de una red global de fundaciones dedicadas al apoyo de las sociedades abiertas. Con una larga carrera a sus espaldas como analista financiero e inversor, es autor de varios libros de éxito, incluidos El nuevo paradigma de los mercados financieros para atender la crisis económica actual, la crisis del capitalismo global, la burbuja de la supremacía norteamericana, Underwritting Democracy y The Age of Fallibility.
- Una burbuja es un proceso de auge y caída que al principio se autorrefuerza pero resulta contraproducente al final, y sigue una secuencia de fases bien definidas. La secuencia está predeterminada, pero el tamaño y duración de cada fase no. Puedo resumir el proceso tal como sigue. Al principio, es probable que circule sin ser reconocida:
- Cuando los participantes en el mercado empiezan a prestarle atención, es probable que su interés refuerce tanto la tendencia como su interpretación, la cual, según mi teoría, conlleva una idea equivocada.
- Es posible interrumpir la tendencia, lo cual supone una amenaza para la idea equivocada. Si esta idea equivocada no sobrevive a la prueba, la burbuja no se desarrolla. Pero si la idea equivocada sobrevive a la interrupción de la tendencia, tanto la tendencia como la idea equivocada salen más reforzadas.
- Poco a poco, la percepción de los participantes queda tan apartada de la realidad subyacente que éstos son cada vez más conscientes de la discrepancia. Al final llega un momento de verdad, cuando quienes dudan son superiores en número a los creyentes.
- Es posible que la tendencia se mantenga un tiempo por inercia durante un período crepuscular.
- Aun así, llegará un momento en que la tendencia se invertirá.
- En dicho momento, quedará reforzada en dirección contraria gracias a la incredulidad predominante.
- Como siempre está implicada cierta forma de crédito o apalancamiento, las burbujas tienen tendencia a adoptar una forma asimétrica, se alzan poco a poco y caen de manera precipitada, lo cual termina en un crac.
- La secuencia de las diversas fases viene predeterminada, pero sólo ella. El tamaño y la duración de las burbujas es impredecible, y cabe la posibilidad de que sean abortadas en cualquier fase. Sólo en ocasiones las burbujas alcanzan su tamaño máximo.
- Todo lo que podía ir mal fue mal. Lo que empezó con hipotecas subprime se propagó a todas las obligaciones de deuda garantizada; puso en peligro los seguros municipales e hipotecarios y las propias compañías aseguradoras, y amenazó con destruir el mercado de las permutas de incumplimiento crediticio, valorado en muchos billones de dólares. Los compromisos de los bancos de inversión con las compras apalancadas se convirtieron en obligaciones. Los fondos de cobertura neutrales al mercado resultaron no ser tan neutrales y tuvieron que ser corregidos. El mercado de obligaciones mercantiles respaldadas por activos se estancó, y los vehículos de inversión especiales establecidos por los bancos para eliminar las hipotecas de sus balances ya no pudieron escapar de la financiación.
El golpe final llegó cuando el mercado intercambiario de préstamos, que se halla en el corazón del sistema financiero, se vio alterado porque los bancos tuvieron que administrar sus recursos y ya no pudieron confiar en sus homólogos. Los bancos centrales se vieron obligados a inyectar una cantidad de dinero sin precedentes y a ampliar crédito sobre una gama de valores sin precedentes a la mayor gama de instituciones reunida hasta el momento. Eso provocó la crisis más grave desde la segunda guerra mundial.
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