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La ley 50

 






La ley 50

ROBERT GREENE

Robert Greene (Los ÁngelesCalifornia 14 de mayo de 1959) es un escritor y psicólogo estadounidense de origen judío, conocido por sus libros en materia de estrategia, poder y seducción. Greene ha escrito cinco bestsellers internacionales: Las 48 leyes del poder, El arte de la seducción, Las 33 estrategias de la guerra, La Ley 50 (con el rapero 50 Cent), y Maestría.

Cursó estudios en la Universidad de California en Berkley y en la Universidad de Wisconsin-Madison, donde se graduó en estudios clásicos.

Ha trabajado como editor y escritor de varias revistas en la Ciudad de Nueva York, y en Los Ángeles como guionista y también escritor. Vivió varios años en LondresParís y Barcelona. Habla varios idiomas y ha trabajado como traductor.

  • Franklin Delano Roosevelt al asumir la presidencia de Estados Unidos en 1933, en su discurso de toma de posesión dijo que no ignoraba realidades tan obvias como la crisis económica, y que no predicaría un optimismo ingenuo. Pero pidió a sus oyentes recordar que el país había enfrentado cosas peores, períodos como el de la Guerra civil, y que había salido de esas experiencias gracias a su espíritu emprendedor, resolución y determinación. En eso consistía ser estadounidense.
  • Napoleón en la primavera de 1800 se preparaba para conducir a su ejército a Italia. Sus mariscales de campo le advirtieron que los Alpes eran intransitables en tal época del año y le recomendaron esperar, pese a que eso estropeara sus posibilidades de éxito. El general les contestó: “No existen Alpes para el ejército de Napoleón”. Montado en una mula, guió personalmente a sus tropas por terreno peligroso e innumerables obstáculos. La fuerza de voluntad de un hombre impulsó a ese ejército a cruzar los Alpes, tomar por sorpresa al enemigo y derrotarlo. No existen Alpes ni obstáculos que puedan interponerse en el camino de una persona sin miedo.
  • Todos los valientes descubren en algún momento esta propiedad física: el indiscutible aumento de su energía y fe en ellos mismos de cara a circunstancias negativas, y aun insoportables.
  • La ley 50 establece que hay algo que sí podemos controlar: la mentalidad con que reaccionamos a lo que ocurre a nuestro alrededor. Y si somos capaces de vencer nuestra ansiedad y forjar una actitud valiente ante la vida, puede pasar algo extraño y notable: que ese margen de control de las circunstancias se amplíe. En un caso extremo, podríamos crear, incluso, las circunstancias mismas, fuente del inmenso poder de los valientes a lo largo de la historia. Todos los que ponen en práctica la ley 50 comparten ciertas cualidades – osadía suprema, originalidad, soltura y sensación de apremio-, origen de esa aptitud excepcional para determinar sus circunstancias.
  • Conoce al enemigo, conócete a ti mismo y tu victoria nunca se verá amenazada. Conoce el terreno, conoce las condiciones del ambiente y tu victoria será total (Sun Tzu).
  • Tu meta debe ser seguir los pasos de Napoleón. Abarca lo más posible con tus propios ojos. Comunícate con gente a todo lo largo de la cadena de mando de tu organización. No pongas barreras en tus interacciones sociales. Debes tener mayor acceso a ideas diferentes. Fuérzate a asistir a eventos y lugares ajenos a tu círculo habitual. Si no puedes observar algo de primera mano, intenta conseguir informes más directos y menos filtrados, o varía tus fuentes para poder ver las cosas desde varios ángulos. Hazte una idea precisa de lo que ocurre en tu entorno: del terreno completo.
  • Al toparte con un problema, la potencia y dirección de tu mente debe ser ésta: calar cada vez más hondo hasta llegar a lo básico, a la raíz. Nunca te des por satisfecho con lo que se presenta a tus ojos. Ve qué hay debajo, asimílalo, y llega más hondo todavía. Cuestiona siempre por qué pasa algo particular, cuáles son los motivos de los diversos actores, quién tiene el control, a quién beneficia tal o cual acto. Con frecuencia todo gira alrededor del dinero y el poder; esto es por lo que la gente acostumbra pelear, aunque trate de disimularlo. Quizá nunca llegues a la auténtica raíz, pero tu búsqueda te acercará a ella. Y operar de este modo te ayudará a transformar tu mente en un instrumento analítico eficaz.
  • Llegaste a la vida con las únicas pertenencias que realmente importan: tu cuerpo, el tiempo que tienes para vivir, tu energía, tus pensamientos e ideas únicos y tu autonomía. Pero a través de los días tiendes a renunciar a todo eso. Pasas años trabajando para otros: ellos se adueñan de ti durante ese tiempo. Caes innecesariamente en juegos y batallas ajenos, perdiendo tiempo y energía que nunca recuperarás. Terminas respetando cada vez menos tus propias ideas, escuchando a expertos, ajustándote a las opiniones convencionales. Sin darte cuenta, desperdicias tu independencia, justo lo que te convierte en un individuo creativo.
  • La dependencia es un hábito fácil de adoptar. Vives en una cultura que te ofrece muletas de todo tipo: expertos por consultar, medicinas para calmar cualquier inquietud psicológica, placeres dulces para pasar o matar el tiempo, empleos para mantenerte a flote. Es difícil que te resistas. Pero una vez que cedes, es como si entraras a una cárcel de la que nunca podrás salir. Buscarás ayuda externa sin cesar, y esto limitará severamente tus opciones y capacidad de maniobra. Cuando llegue el inevitable momento en que debas tomar una decisión importante, no tendrás dentro de ti nada en qué apoyarte.

Antes de que sea demasiado tarde, sigue la dirección opuesta. Tu necesaria fortaleza interior no puede proceder de libros, un gurú o pastillas de ninguna clase. Sólo puede provenir de ti. Para conseguirla, practica a diario esta especie de ejercicio: líbrate de dependencias, escucha menos la voz de los demás y más la tuya, cultiva nuevas habilidades. Descubrirás que la independencia se te vuelve hábito, y que todo lo que huele a depender de los demás termina por horrorizarte.

  • Para la mayoría, el terreno decisivo en esta guerra es el trabajo. Casi todos empezamos nuestra vida dulta con grandes ambiciones de poner en marcha nuestros proyectos, pero la rudeza de la vida nos agota. Nos establecemos entonces en un empleo y cedemos, poco a poco, a la ilusión de que nuestro jefe se interesa en nosotros y nuestro futuro, de que dedica tiempo a pensar en nuestro bienestar. Olvidamos la verdad esencial de que a todos nos gobierna el interés propio. Nuestro jefe nos conserva por necesidad, no por gusto. Se deshará de nosotros en cuanto esa necesidad disminuya o él encuentre alguien más joven y menos caro con quien remplazarnos. Si sucumbimos a la ilusión y comodidad de un salario, no reforzaremos nuestras habilidades de independencia; sólo aplazaremos el día en que nos veamos obligados a valernos por nosotros mismos.
  • Si la gente te da cosas o te hace favores, no es gratis. Quiere algo a cambio: ayuda, lealtad incondicional, etcétera. Debes mantenerte lo más libre posible de esas obligaciones, así que adquiere el hábito de tomar lo que necesitas en vez de esperar que otros te lo den.
  • Remplaza los antiguos símbolos inquebrantables del poder -la roca, el roble, etcétera- por el agua, el elemento con mayor potencial de fuerza en la naturaleza. El agua puede adaptarse a todo lo que le sale a paso, rodeando o saltando cualquier obstáculo. Desgasta las rocas a lo largo del tiempo. Esta forma de poder no significa ceder simplemente a lo que la vida te ofrece e ir a la deriva. Significa canalizar en tu dirección el curso de los acontecimientos, para que aumente la fuerza de tus actos y te impulse.
  • Entiende: no sólo debe fluir lo que haces, sino también como lo haces. Tus estrategias, tus métodos para atacar los problemas deben adaptarse continuamente a las circunstancias. La estrategia es la esencia de la acción humana, el puente entre una idea y su realización. La mayoría de la gente es rígida y predecible; eso la vuelve blanco fácil. Tus estrategias impredecibles y fluidas la enloquecerán. No podrá prever tu siguiente paso ni comprenderte. Por lo general esto bastará para suavizarla o despedazarla.
  • En algún momento de nuestra vida, todos hemos experimentado una sensación de impulso. Tal vez hacemos algo que toca una fibra sensible y obtenemos reconocimiento por eso. Esta atención positiva nos llena de una inusual seguridad en nosotros mismos, lo que a su vez nos vuelve atractivos para los demás. Rebosantes de fe en nosotros, realizamos otra buena acción. Y aun si no es del todo perfecta, para entonces la gente tenderá a pasar por alto los remiendos. Nos cubre el aura del éxito. Muchas veces una cosa buena parece seguir a otra.
  • El arte del contrapeso: cuando tengas miedo, oblígate a actuar con más audacia que de costumbre. Cuando sientas odio desmedido, busca un objeto de amor o admiración en el que puedas concentrarte intensamente. Una emoción fuerte tiende a cancelar otra y ayudarte a que se te pase.
  • En la opinión de Maquiavelo, nuestra naturaleza fija, nuestra tendencia a aferrarnos a una línea de acción o pensamiento, eso es justo la fuente de la desgracia e incompetencia humanas. Un líder puede llegar al poder por medios audaces; pero cuando los tiempos cambian y exigen una actitud más cauta, tenderá a mantener su método intrépido. No es lo bastante fuerte para adaptarse; está preso en su naturaleza permanente. Lo que lo elevó sobre los demás se convierte entonces en fuente de su ruina.
  • Por experiencia propia, Curtis sabía que cuando se quiere algo en la vida, no se puede ser amable y sumiso; se debe ser ágil y enérgico. Era lógico que, recién salido de la cárcel, se sintiera algo apocado ante la idea de retomar su antigua vida, pero a lo que realmente debía temer era a estancarse y conformarse con ser traficante de esquina. Era momento de ser agresivo, ser malo, y sacudir un sistema sólo planeado para someter a personas como él.
  • Si tienes sueños y ambiciones, sabes que para cumplirlos debes actuar, hacer ruido, lastimas a tu paso a algunas personas. Y da por supuesto que otros harán lo mismo contigo. Así es la naturaleza humana; en lugar de lamentarlo, aprende a protegerte mejor.
  • Cuando la situación lo requiere, debe ser un león: agresivo y directo en la protección de su Estado, o en el uso de lo que sea necesario para asegurar sus intereses. Otras veces debe ser un zorro: salirse con la suya mediante hábiles maniobras que disimulen su agresividad. Y con frecuencia tiene que hacerse pasar por cordero: la criatura mansa, buena y cortés ensalzada por la tradición cultural. Además, debe ser malo en la forma indicada, acorde a la situación, y cuidar que sus actos parezcan justificados, reservando para las sombras sus tácticas más innobles. Si domina le arte de ser malo y lo ejerce con moderación, dará más paz y poder a la ciudadanía que el príncipe torpe inclinado a ser demasiado bueno.
  • Un líder posee un poder excepcional generalmente desaprovechado. Todo grupo tiende a asumir el espítiru y energía de quien lo dirige. Si esta persona es débil y pasiva, el grupo tenderá a dividirse en facciones. Si el líder carece de confianza en sí mismo, su inseguridad se filtrará línea abajo. Su nerviosismo e irritabilidad pondrán en tensión a todos. Sin embargo, siempre cabe la posibilidad opuesta. Un líder audaz, que se pone al frente y da pauta y agenda al grupo, propaga más energía y seguridad. Esta persona no necesita gritar o presionar a la gente; sus subordinados la siguen de buena gana, por ser fuerte e inspiradora.
  • Comprende: ser líder suele suponer tomar decisiones difíciles, conseguir que la gente haga cosas contra su voluntad. Si, por temor a disgustar, eliges un estilo de liderazgo suave, grato y dócil, tendrás cada vez menos margen para forzar a la gente a trabajar más o a hacer sacrificios. Si de repente tratas de ser enérgico, se sentirá herida y molesta. Podría pasar del amor al odio. El método contrario da un resultado opuesto. Si te haces fama de estricto y eficiente, quizá ofendas a los demás, pero sentarás una base de respeto. Mostrarás cualidades de liderazgo genuinas, elocuentes para todos. Con el tiempo y una autoridad sólida, podrás ceder y recompensar a la gente, e incluso ser amable con ella. Este gesto se juzgará auténtico, no un intento de agradar, y tendrá doble efecto.
  • Entiende: en estos tiempos, para llegar a la gente debes tener acceso a su vida interior: sus frustraciones, aspiraciones, resentimientos. Para eso debes suprimir lo más posible la distancia entre tu público y tú. Entra en su espíritu y absórbelo desde dentro. Harás tuya su manera de ver las cosas, y cuando la recrees en una obra tendrá vida. Lo que te sacude y emociona tendrá el mismo efecto en él. Esto implica valentía y un espíritu abierto. No temas definir tu personalidad a partir de esas intensas interacciones. Adopta una igualdad radical con el público, dando voz a sus ideas y deseos. Lo que produzcas hará contacto natural con él, de manera muy profunda.
  • Comprende: el verdadero secreto, la fórmula genuina del poder en este mundo está en aceptar la inquietante realidad de que el aprendizaje requiere un procedimiento, el que demanda a su vez paciencia y capacidad para soportar la monotonía. La clave es el nivel de tu deseo. Si en efecto buscas maestría y poder, asimila en forma profunda esta idea e imprímela en tu mente: no hay atajos. Desconfía de todo lo rápido y fácil. Aguantarás los meses iniciales de trabajo insípido y repetitivo, porque tienes una meta. Esto te impedirá el cortocircuito, y saber mucho sin dominar nada. Al final, lo cierto es que te dominarás a ti mismo: tu impaciencia, tu miedo al hastío y el tiempo ocioso, tu necesidad de diversión y distracción constante.
  • Con mucha frecuencia nuestro concepto de aprendizaje consiste en asimilar ideas de libros, hacer lo que otros nos dicen y, tal vez, efectuar algunos ejercicios controlados. Pero éste es un concepto incompleto y medroso, separado de la experiencia práctica. Somos realizadores, no sólo seres imaginantes. Para dominar un procedimiento debes aprender por medio de prueba y error. Experimenta, recibe algunos golpes y ve qué funciona y qué no en tiempo real. Exponte al escrutinio público, y haz lo mismo con tu trabajo. Tus fracasos están grabados en tu sistema nervioso; no necesitas repetirlos. Tus éxitos están ligados a la experiencia inmediata y te enseñan más. Acabarás por respetar enormemente el procedimiento, porque verás y sentirás el progreso que puedes obtener mediante la práctica y el esfuerzo constante. Llevado esto aún más lejos, tendrás una noción inmediata de lo que debe hacerse, porque tu conocimiento estará vinculado con algo físico y visceral. Y poseer esta intuición es el punto más alto de la maestría.
  • Demóstenes – uno de los políticos más grandes de la antigua Atenas – estaba decidido a vencer su enorme miedo a hablar en público. Construyó un estudio subterráneo donde pudiera practicar solo. Se afeitó media cabeza para avergonzarse de presentarse en público. A fin de vencer su tartamudeo, caminaba por la playa con la boca llena de guijarros, para obligarse a hablar sin parar, con más fuerza y energía que las olas. Escribía discursos que recitaba mientras subía corriendo pendientes empinadas, para desarrollar mejores técnicas de respiración. Instaló un espejo en su estudio, para poder monitorear su expresión facial mientras declamaba. Trababa conversaciones con quienes lo visitaban, y medía los efectos de cada palabra o entonación. Un año después d esta práctica dedicada, había eliminado por completo su tartamudeo, y era ya un orador más que aceptable. Decidió regresar al derecho, pese a todo. Con cada nuevo caso que ganaba, su seguridad en sí mismo alcanzaba nuevas alturas.
  • Entiende: cuando ingresas a un grupo laboral o profesional, toma en cuenta que todo tipo de reglas rigen la conducta de sus miembros: valores éticos, redes de poder por respetar, patrones a seguir para actuar en forma satisfactoria. Si no observas y aprendes pacientemente esas reglas, cometerás toda clase de errores sin saber por qué o cómo. Concibe las habilidades sociales y políticas como un oficio que debes dominar tan bien como cualquier otro. Tu meta no es deslumbrar a los demás, sino conocer esas convenciones desde dentro. Indaga errores significativos de integrantes del grupo, por los que han pagado un precio; esto revelará tabúes particulares de esa cultura. Conociendo a fondo esas reglas, podrás manejarlas en tu beneficio. Si te ves frente a un sistema inusto y corrupto, es mucho más eficaz que conozcas sus códigos desde dentro y descubras sus vulnerabilidades. Sabiendo como funciona, podrás destruirlo, para bien.
  • Para vencer cualquier obstáculo o tentación debes ser persistente. Comprende primero el papel que tu nivel de energía ejerce en el dominio de un procedimiento y la culminación de algo. Si adoptas metas adicionales o nuevas tareas, perderás tu concentración, y nunca alcanzarás lo que querías en primer término. No puedes persistir en dos o tres caminos a la vez, así que evita esta tentación. Segundo, divide las cosas en bloques temporales más pequeños. Tienes una gran meta, pero hay que dar pasos sobre la marcha, y pasos dentro esos pasos. Los pasos representan meses en lugar de años. cumplir estas metas menores te dará una sensación de recompensa y progreso tangible. Esto te permitirá evitar distracciones y seguir adelante con valentía. Recuerda: todo debe dar pie a un ataque sostenido y persistente de tu parte.
  • Entiende: la gente te atacará sin cesar en la vida. Una de sus principales armas será hacerte dudar de ti: tu valor, tus capacidades, tu potencial. A menudo disfrazará esto de opinión objetiva, pero invariablemente tendrá un propósito político: someterte. Tu sueles creer esas opiniones, en particular si tu imagen de ti mismo es frágil. Pero en todo momento puedes desafiar a la gente y negarle ese poder. Lo haces si mantienes un propósito, un destino elevado por cumplir. Desde esa posición, los ataques de los demás no te harán daño; sólo te enojarán y afianzarán tu resolución. Entre más alto lleves esa imagen de ti, menos juicios y manipulaciones tolerarás. Esto se traducirá en menos obstáculos en tu camino.
  • Si en el pasado tuviste una experiencia sumamente dolorosa, podrías optar por permitir que ese dolor persista, para hundirte en él. Decidir convertirlo en enojo, una causa por promover u otra modalidad de acción. O simplemente olvidarlo y seguir adelante, disfrutando de la libertad y poder que esto te brinda. Nadie puede quitarte estas opciones ni forzar tu respuesta. Esto es asunto tuyo.
  • Entiende: el día en que naciste iniciaste una lucha que continúa hasta la fecha y que determinará tu éxito o fracaso en la vida. Eres un individuo, con ideas y habilidades que te hacen excepcional. Pero la gente se obstina en meterte en categorías estrechas que te vuelvan más predecible y manejable. Quiere verte tímido o sociable, sensible o duro. Si sucumbes a esta presión tal vez obtengas cierta aceptación social, pero perderás las partes poco convencionales de tu carácter, que son la fuente de tu singularidad y poder. Debes resistirte a ese proceso a toda costa, y ver como restricción los honrados juicios de la gente. Tu tarea es conservar o redescubrir los aspectos de tu carácter que desafían la clasificación, y darles rienda suelta. Preservando tu singularidad crearas algo único, lo que inspirara un respeto que nunca recibirías por tu tibia adecuación.
  • Entiende: la gente te juzga por tu apariencia, la imagen que proyectas con tus actos, palabras y estilo. Si no tomas el control de este proceso, ella te verá y definirá como quiera, a menudo en tu detrimento. Quizá creas que ser congruente con esa imagen hará que se te respete y se confíe en ti, pero lo cierto es lo contrario: con el tiempo parecerás predecible y débil. La congruencia es de todas formas una ilusión; cada dia que pasa trae cambios en ti. No temas expresar esas evoluciones. Los poderosos aprenden pronto en la vida que son libres de moldear su imagen, ajustándola a las necesidades y ánimo del momento. Así mantienen confundidos a los demás y conservan un aire de misterio. Sigue este camino y disfruta del enorme placer de reinventarte, como autor de tu propio drama.
  • Lo que suele impedirnos usar la fluidez mental y libertad que por naturaleza poseemos son nuestras rutinas físicas. Siempre vemos a las mismas personas y hacemos las mismas cosas, y nuestra mente sigue estos patrones. La solución es terminar con esto. Por ejemplo, en forma deliberada podríamos permitirnos un ato casual, y aun irracional, tal vez haciendo justo lo opuesto de lo que normalmente hacemos en la vida diaria. Actuando como nunca lo hemos hecho nos ponemos en territorio desconocido; nuestra mente se are naturalmente ante la novedad de la situación. En una vena similar podríamos seguir rutas distintas, visitar lugares extraños, reunirnos con otras personas, despertar a horas inusuales o leer libros que desafían nuestra mente en lugar de embotarla. Deberíamos practicar esto cuando nos sentimos particularmente boqueados y poco creativos. En esos momentos más nos vale ser implacables con nosotros mismos y nuestros patrones.
  • La historia de Jeanne d´Arc demuestra un principio simple: a mayor fe en ti, mayor poder para transformar la realidad. Tener suma seguridad en ti mismo te vuelve audaz y persistente, lo que te permite vencer obstáculos que paran en seco a la mayoría. También hace que los demás te crean. Y el modo más intenso de fe en ti es sentir que te impulsa el destino. Este destino puede provenir de fuentes ultraterrenas o de ti mismo. Concíbelo de esta manera: posees un conjunto de habilidades y experiencias que te hacen único. Apuntan a una tarea en la vida que fuiste enviado a realizar. Ves señales de esto en las predilecciones de tu juventud, ciertas actividades que te atrajeron de modo natural. Cuando te sumerges en esa labor, todo parece fluir con soltura. Creerte destinado a culminar algo no te vuelve esclavo ni pasivo, sino al contrario: te libra de las dudas y confusiones normales que nos aquejan a todos. Tienes un propósito que te guía, pero que no te ata a una forma de hacer las cosas. Y cuando tu voluntad esta hasta tal punto comprometida, puedes sobrepasar cualquier limite o peligro.
  • Un ego fuerte, en cambio, es muy distinto. Los individuos con una noción sólida de su valor y seguros de sí pueden ver al mundo con más objetividad. Pueden ser más atentos y considerados, porque son capaces de salir de ellos mismos. Las personas de ego fuerte ponen límites; su orgullo no les permitirá aceptar una conducta manipuladora u ofensiva. Generalmente nos agrada estar con estas personas. Su seguridad y fortaleza son contagiosas. Tener un ego fuerte debe ser un ideal para todos.
  • Como comprendió Séneca, para librarte del miedo debes operar hacia atrás. Comienza por la idea de tu mortalidad. Acepta y abraza esta realidad. Piensa en el momento inevitable de tu muerte y decide encararlo lo más valientemente posible. Entre más contemples tu mortalidad, menos le temerás; se volverá un hecho que ya no tendrás que reprimir. Siguiendo este camino, sabrás morir bien, y podrás empezar a enseñarte a vivir bien. No te aferrarás innecesariamente a las cosas. Serás fuerte e independiente, sin temor a estar solo. Poseerás cierta ligereza, derivada de saber que importa; podrás reírte de lo que otros toman demasiado en serio. Los placeres del momento se acentuarán, porque los sabrás efímeros y los aprovecharás al máximo. Y cuando llegue la hora de tu muerte, que algún día arribará, no te amilanarás ni llorarás, porque habrás vivido bien y no tendrás nada que lamentar.

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