Diario de un seductor
Sören kierkegaard
- Con el crecer de la experiencia, hay también cierta ventaja; es cierto que se pierde la suave inquietud y el impaciente deseo, pero se adquiere, a cambio, el suficiente dominio de uno mismo para la hermosa actitud del momento. Me siento invadido por la ira al ver a los hombres tan excitados en esas circunstancias, hasta caer en una especie de “delirium tremens” de amor. En vez de saborear con tranquilidad la inquietud de la amada, en vez de admirarla con la exaltación del alma encendida en una luz ardiente de belleza, ese enamorado crea tan sólo una confusión bastante desagradable y torna contento a su casa, imaginando que ha realizado cualquier maravilla.
- En las aguas agitadas se pesca mejor: con una muchacha, cuando se siente conmovida, inquieta, irritada, se pueden utilizar con buen resultado muchas argucias que, de otro modo, conducirían al fracaso.
- Una mujer casada resulta menos espontánea y tiene menos coquetería y, con esas mujeres, el amor no es ni bello ni atractivo. Apenas resulta excitante y lo excitante es siempre lo que menos interesa.
- En todo placer, reviste extraordinaria importancia saberse dominar.
- El seducir a una muchacha no es un arte, pero sí lo es, ¡y cómo!, saber encontrar a una muchacha que merezca ser seducida.
- Cuando una muchacha no despierta en nosotros, desde la primera mirada, una impresión tan viva que cree una imagen ideal de sí misma, generalmente no es digna de que nos tomemos el trabajo de buscarla en realidad. Pero si despierta en nosotros esa imagen, a pesar de nuestra experiencia, nos sentimos dominados y vencidos por una desconocida fuerza.
- “Una, dos, tres, cuatro intrigas a la vez, ese es mi placer”.
- Un hombre que se presenta en un papel cortés, despierta en seguida sospechas y provoca resistencias. Me eximo de todo eso: no existe la menor desconfianza hacia mí e incluso se halla la buena disposición para considerarme un respetable joven a quien se puede confiar una muchacha. Mi método tan sólo tiene el defecto de desarrollarse de manera demasiado lenta, pero únicamente debe emplearse con seres que resulten tan interesantes como para compensar los esfuerzos realizados.
- Es muy poco amar a una sola, amarlas a todas se considera superficial, pero conocerse uno mismo y amar a todas las que se pueda, de tal manera que el alma se alimente, mientras la conciencia lo abarca todo, ¡ese es el placer, esa es la vida!
- Una historia de amor debe durar a lo sumo seis meses, toda relación debe terminar ipso facto en cuanto ya nada queda por disfrutar.
- Al final de la historia resultará engañada, pero eso no contrasta con mis principios estéticos, sino que más bien se adapta a ellos y les corresponde. Además, de cualquier modo, uno de los dos debe ser fatalmente engañado, o el hombre por la mujer o la mujer por el hombre. Resultaría interesante ver por medio de una estadística histórica, aunque sea extraída de las fábulas, de las leyendas, las mitologías o las canciones populares, quien es infiel más a menudo, si el hombre o la mujer.
- Un filósofo de épocas antiguas decía que si cada vez pusiéramos por escrito todo lo que nos ocurre en la vida, podríamos convertirnos en filósofos sin darnos cuenta.
- Una mujer es un ser débil; cuando se ha dado totalmente lo ha perdido todo: si la inocencia es algo negativo en el hombre, en la mujer es la esencia vital.
- Ya nada tiene que negarme. El amor es bellísimo, sólo mientras duran el contraste y el deseo; después, todo es debilidad y monotonía.
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